"Bajó la vista y encendió el cigarrillo, sentía como la vida se le escurría de las manos. Hubiera querido dejar el vicio a tiempo. Pero ahora ya era demasiado tarde, sus placeres cotidianos le extinguían la vida. En su Estado aún estaba vigente la pena de muerte"
jueves
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2 comentarios:
La excelencia no necesita demasiadas palabras... y mucho menos explicaciones...
¡Qué buenos cuentos! Un abrazo desde Mendoza de un tocayo: Rubén Antolín
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