jueves

2009/01

"Bajó la vista y encendió el cigarrillo, sentía como la vida se le escurría de las manos. Hubiera querido dejar el vicio a tiempo. Pero ahora ya era demasiado tarde, sus placeres cotidianos le extinguían la vida. En su Estado aún estaba vigente la pena de muerte"

2 comentarios:

Ale Samsa dijo...

La excelencia no necesita demasiadas palabras... y mucho menos explicaciones...

Rubén Antolín dijo...

¡Qué buenos cuentos! Un abrazo desde Mendoza de un tocayo: Rubén Antolín