martes

Diciembre

Me siento apesadumbrado. Los eventos que se sucedieron desde que el año comenzó su recta final me dejaron algo exhausto. Es increible lo que le pasa al cuerpo cuando las cosas se empeñan en no salir bien, desde lo mas trivial hasta lo profundo... Solo los lazos humanos me mantienen en tierra.

Camino a la estación a tomar el tren. Se que es una buena oportunidad de sacarme esta pesadez del alma, sonrío como tonto mientras apuro el paso.

Momento del boleto, - a Avellaneda señorita. - No, solo ida.

Escalones, cuatro escalones y mi sonrisa amurada en mi boca.

¿Que es eso? Ah, si, mi corazón y los nervios. Que buena oportunidad esta.

Mis bolsillos. ¿Tengo todo? al menos todo lo que hoy necesito, ¿para que más?

Viene el tren. Al fin, pensé que nunca vendría. Que buena chance de sacudirse el polvo de las ropas y escupirle a la mala suerte en su propia cara.

Veo venir el tren, y esa misma mala suerte, tal vez ofendida por mi insulto, acaba de plantarme la peor de las dudas.

Ese tren es una buena oportunidad de que todo mejore, de sentirme mejor. Pero...

Si esta noche sale mal me sentiré peor aún...

Nada hay peor que una gran oportunidad.